Xalapa | 2021-12-27 | Bibiana Varela
LAS SILLAS VACÍAS (PARTE 2)
Eran las 00:15 horas del jueves 15 de agosto de 2013. Rafael llegaba a su domicilio tras una larga jornada laboral; sin embargo, no contaba con que un grupo de hombres armados lo esperaban para arrebatarlo de su familia.
Esa madrugada, Rafael Espinosa Gutiérrez se estaba estacionando afuera de su domicilio, ubicado en la ciudad de Xalapa. Su esposa Claudia Ruiz Páez escuchó el motor del vehículo y supo que entraría a su hogar en cualquier momento, pero los minutos pasaban y nadie cruzaba la puerta.
Al asomarse por la ventana para ver lo que ocurría, la escena la dejó helada: Rafael era empujado violentamente por un grupo de hombres armados, quienes tras varios golpes, lo subieron a su vehículo.
Una mujer que se encontraba dentro de un automóvil estacionado, justo atrás de ellos, se percató de la presencia de Claudia y rápidamente les avisó; los pistoleros subieron a la unidad de Rafael, con él a bordo, y se lo llevaron con rumbo desconocido.
Claudia quedó paralizada por unos segundos y, cuando finalmente pudo salir, el vehículo -un Malibú color blanco- había desaparecido de su vista. Desde ese momento no volvió a saber de él.
Tras la desaparición de Rafael, su familia presentó la denuncia en las instancias correspondientes; sin embargo, hasta el momento no existe una línea de investigación y el caso continúa estancado.
“No saben ni por qué, ni quién ni nada”, reclamó Claudia, quien aseguró que su esposo no había recibido amenazas previo a su secuestro.
Lo único que se sabe es que el vehículo en el que se lo llevaron fue encontrado calcinado en Soyacuautla, Actopan, cuatro meses después, el 21 de diciembre de 2013.
Personal de Servicios Periciales descartó que dentro de la unidad hubiera restos de ADN, por lo que se afirmó que Rafael no estaba adentro del vehículo en el momento en el que fue incinerado.
Rafael era servidor público y se desempeñaba como proyectista en el Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado de Veracruz.
Era una persona sociable, amigable, tranquila… un hombre de casa enamorado de su esposa e hijos.
“La verdad es que, papás como él, pocos en este mundo”, relató su esposa, quien pese a los obstáculos interpuestos por las mismas autoridades, no ha dejado de buscarlo.
La búsqueda se ha extendido no solo en el estado de Veracruz, sino en otros lugares del país como Tijuana, Puebla y la Ciudad de México, donde han tocado puertas de Semefos, hospitales psiquiátricos y hasta albergues, con la esperanza de encontrar algún dato que la lleve a él.
“Hemos caminado mucho… desgraciadamente no lo hemos encontrado (…) Nosotros no nos vamos a cansar de buscarlo… vivo o muerto, pero lo que queremos es encontrarlo para ya no seguir en este infierno”.
Cuando Rafael fue levantado por el comando armado, dejó dos hijos gemelos, quienes durante 8 años han sufrido la ausencia de su padre.
“Nada material en el mundo va a reemplazarlo. Yo me hacía toda la vida con él, lo amo hasta la fecha, eso no va a cambiar nunca”, señaló Diego, quien a sus 18 años anhela solo un poco más de tiempo con su papá, para aprender a pescar, jugar una vez más squash, armar una última nave espacial con bloques de Lego o, simplemente, sentarse a platicar con él acerca de la vida.
“El hecho de que un pilar de lo que se supone que va a ser el edificio de mi vida falte, trae muchas complicaciones… ha sido muy duro”, dijo; sin embargo, no pierde las esperanzas de volver a abrazarlo y, en esta época de fe, envió a su padre un mensaje desde lo más profundo de su corazón.
“Te amo con todo mi corazón y te extraño bastante; me has hecho falta como no tienes una idea. Si mi estuviese escuchando, le diría que puede estar tranquilo de que yo voy a seguir haciendo mi vida y voy a ser igual de excelente persona como lo fue él”.