Xalapa | 2022-05-18 | Elías Durán
Desde hace años la Universidad Veracruzana (UV) arrastra uno de los conflictos más delicados: el acoso sexual y la violencia hacia mujeres estudiantes que han preferido guardar silencio ante el temor a represalias. La gravedad de este asunto rebasa a las propias autoridades de la máxima casa de estudios en Veracruz, las cuales han preferido encubrir al personal docente, administrativo y hasta de intendencia relacionado con estos actos.
“Así se maneja la universidad, independientemente de quién sea la persona que está, el mayor cargo o la mayor autoridad, existe una idea de protegerse entre ellos, de pronunciar discursos o comunicados a favor de las mujeres, en contra de la violencia ejercida contra las mujeres. Sin embargo es bien diferente lo que dicen de lo que hacen”, comparte una estudiante de la Facultad de Psicología de la UV, quien de forma anónima dio testimonio del acoso y la violencia hacia los estudiantes universitarios.
La joven alzó la voz como parte de las acciones que mujeres organizadas y miembros de la colectiva ‘Medusa’ realizaron debido a la normalización de la violencia contras las mujeres, el acoso y hostigamiento sexual del cual han sido víctimas desde hace ya varias generaciones.
Su posicionamiento incluyó la toma del edificio de la Facultad de Psicología en Xalapa a manera de protesta el pasado lunes 16 de mayo, pues consideraron necesario romper la rutina escolar para actuar ante la situación de emergencia que amenaza la vida de mujeres y niñas dentro de dicha facultad.
Esta no fue la primera ocasión que tomaron las instalaciones para visibilizar su postura, ya que en el año 2019 las estudiantes universitarias se organizaron para ejercer la misma presión y exigir medidas contundentes por parte de quien entonces encabezaba la universidad, la rectora Sara Ladrón de Guevara.
En aquella ocasión los señalamientos por hostigamiento y acoso sexual surgieron luego de que alumnas denunciaron formalmente a los docentes Rafael Arturo “N” y Gustavo “N”, los cuales amenazaron a las estudiantes, asegurándoles que ‘si seguían con su relajito’ las iban a afectar en su calificación.
“Ante el caso omiso en ese momento del que era director y de la secretaria académica surge una asamblea estudiantil en la cual muchas personas que estudiábamos en la UV decidimos organizarnos para apoyar a esta compañera y algunas otras que también habían sido acosadas sexualmente, no solamente por éste sino por otros docentes y personas que trabajan dentro de la institución”, recuerda la estudiante de identidad reservada.
Al igual que sus demás compañeras, la alumna tenía la confianza de que las denuncias realizadas hace más de tres años servirían como ‘parteaguas’ para erradicar el acoso y la violencia al interior de la UV. No obstante, lejos de aplicar medidas verdaderamente ejemplares la universidad promovió un discurso que no pudo defender con acciones, discurso que le dio todavía más poder a los involucrados.
“Porque definitivamente existe un discurso por parte de los docentes en el cual están amenazas de perder su título, de quedarse con la carrera trunca, de no poder estudiar de nuevo en la Universidad Veracruzana”, expone la joven, quien además señala las repercusiones que estos actos generan hacia la formación institucional y profesional de los futuros profesionistas.
La estudiante recuerda que docentes y personal administrativo ajeno a las acusaciones expresaron su apoyo al movimiento de manera muy reservada, ya que entre los trabajadores también existía temor a ser despedidos o sancionados.
“Era como de ‘sí las apoyamos pero nosotros no podemos pasar de este punto, nosotros no podemos hacer ningún comentario, ni siquiera reaccionar a una publicación de Facebook’, porque también existe este miedo de las represalias hacia ellos como docentes”.
Al testimonio de la joven se une el de la fundadora de la colectiva ‘Mesuda’, la cual surgió en 2019 como parte de la misma serie de denuncias ignoradas por la dirección de Psicología y la propia Rectoría de la UV. La activista expone que a través de diferentes pliegos petitorios han solicitado de manera detallada medidas de protección para salvaguardar la integridad física, moral y emocional de las estudiantes. No obstante, la administración que actualmente es regida por Martín Aguilar Sánchez sigue ignorando las peticiones.
Para muestra el caso del docente Raúl Augusto “N”, señalado el pasado 3 de mayo por los comentarios que realizó durante una clase en línea, misma que fue grabada por estudiantes que, al igual que dos generaciones previas, atestiguaron los comentarios misóginos y de revictimización vertidos por el profesor.
“Porque no es la primera vez que los hace, pero afortunadamente es la primera vez en la que tenemos una prueba en donde él está ejerciendo esta violencia en contra de las personas y de las mujeres víctimas de violencia sexual”, destaca la fundadora, mientras reconoce que la falta de pruebas ha sido la principal causa por la que las versiones de las estudiantes son desechadas prácticamente de forma inmediata.
“No sólo es una prueba de los discursos que se permiten dentro de la universidad, sino de las formas en las que la universidad busca justificar a los docentes, excluirlos y exentarlos de toda la violencia que están ejerciendo dentro de sus discursos”, agrega.
“Esto para nosotras es un parteaguas para que se retomen las denuncias anteriores, para los docentes que han sido acusados y denunciados formalmente como acosadores sexuales; esperamos que se tomen cartas estrictamente rigurosas en el asunto”.
A este caso se suman decenas de denuncias realizadas en otras facultades de la UV, la cual ha propiciado reuniones con áreas internas como Asuntos Estudiantiles y la Unidad de Género, sin que las mismas hayan podido brindar soluciones que verdaderamente generen la erradicación de los hechos de violencia y acoso hacia las estudiantes.
“Nosotros nos hemos hecho virales por alzar la voz pero hay muchas otras facultades que; por el mismo miedo a las represalias no dicen nada. Un ejemplo es la Facultad de Artes que también es un nido de violencia en contra de las estudiantes mujeres”.
A partir de 2015 la UV empezó a documentar los casos de hostigamiento y acoso sexual denunciados por las estudiantes. Desde entonces se han reportado al menos 88 incidentes, en los cuales menos de la mitad dictaron sanciones en contra de los responsables; los académicos son los más señalados por incurrir en estos actos.
Sin embargo, las estudiantes señalan que las cifras apuradamente reconocidas por la universidad no se comparan con la realidad, pues afirman que la UV sigue encubriendo a docentes acosadores, hostigadores, violentos, misóginos y hasta violadores.
“Tanto las facultades como la universidad como institución buscan quitarnos esos datos; muchas veces denunciamos pero las denuncias no pasan, entonces es imposible contabilizar (...) se me hace bastante absurdo que la universidad sólo saque un comunicado en donde diga que rechaza la violencia pero no haga nada en contra de esos docentes que siguen dando cátedra”.