Xalapa | 2021-09-20 | Bibiana Varela
Disciplinado y apasionado del deporte, así es José Rodolfo Chessani García, quien a sus 22 años de edad ha conquistado la gloria que todo atleta de alto rendimiento anhela: la medalla de oro paralímpica.
Nacido en Coatzacoalcos, Veracruz, Rodolfo inició su vida deportiva cuando apenas tenía nueve años de edad, sin imaginarse que, algún día, se posicionaría en el peldaño más alto del podio.
Tenía dos años de edad cuando la aplicación de una vacuna defectuosa lo dejó en estado inconsciente. Cuando despertó, la mitad de su cuerpo estaba paralizado; el pronóstico médico no fue alentador, pues la afectación era tal, que permanecería con un daño motriz de por vida.
Tras la dura noticia, sus padres no se quedaron con los brazos cruzados; su madre rápidamente inició las terapias y, con el tiempo, logró recuperar la movilidad, pero las secuelas quedaron.
“El deporte ha estado en mí prácticamente toda mi vida, porque desde que tuve el accidente con el que adquirí mi discapacidad, mi mamá usó el deporte como terapia… el deporte fue mi recuperación”, relató a Imagen del Golfo.
Su pasión por el deporte comenzó a notarse a los nueve años de edad, cuando ingresó al equipo de básquetbol escolar. Su talento lo llevó a formar parte de la selección local, donde tuvo la oportunidad de participar en las olimpiadas estatales, quedando en el segundo lugar.
“Una competencia así, para mí, era lo máximo. Fue muy emotivo poder ganar con todos mis compañeros”, recordó emocionado.
A los 13 años decidió dejar el básquetbol e incursionar en el atletismo, donde poco a poco fue superando su marca, hasta pasar de 11.50 segundos en los 100 metros, a 49.99 segundos en 400 metros planos, su mejor tiempo hasta el momento, obtenido en los Juegos Paralímpicos de Tokio.
La meta de poder llegar a unos juegos paralímpicos comenzó desde los Juegos Paralímpicos de Río, en 2016. Rodolfo participaba en ese entonces en su primer evento nacional de atletismo, pero sabía que su destino estaba más allá de las fronteras mexicanas.
Sin embargo, tras años de ardua preparación, la pandemia de Covid-19 llegó a enfriar los entrenamientos, aunque esto no lo hizo desviarse de su objetivo.
“Justamente veníamos saliendo de los eventos deportivos anteriores a los Juegos y veníamos todos con la mentalidad de dar el último empujón e ir a los Juegos Paralímpicos a dar el mejor papel y, exactamente en las fechas donde deberíamos estar haciendo eso, cayó la pandemia. A muchos les afectó mental y físicamente; yo siempre me mantuve tranquilo entrenando en mi casa con lo que podía, pero no es lo mismo que estar en las instalaciones deportivas”, señaló.
Confiado en su capacidad y resistencia, Rodolfo llegó al escenario de los Juegos Olímpicos de Tokio. Ese martes 31 de agosto su vida dio un giro radical, tras el disparo que marcaba el inicio de la carrera.
Uno a uno, Rodolfo fue pasando al resto de los competidores, hasta cruzar la meta en un estallido de júbilo, que cristalizaba uno de sus más grandes sueños.
“Fue un sueño hecho realidad. Al principio no me creía lo que estaba pasando, porque para mí era un sueño estar presente en los Juegos y sacar una medalla era la meta, pero nunca me imaginé que pudiera ser el oro.
Al momento de conseguirlo y estar escuchando el Himno, fue completamente mágico para mí, me ponía la piel chinita y muy sentimental… me ponía a pensar ‘tú lo pusiste ahí, eso no cualquiera lo logra’… fue un sueño completamente.
Cuando crucé la meta quedé en shock. Llegué y tuve que gritar de tantas cosas que sentí en esa carrera. Sentía mucha emoción. El hecho de saber que había llegado en primer lugar era como que wow”, dijo con la emoción a flor de piel.
Como todo deportista de alto rendimiento, Rodolfo ha tenido que hacer grandes sacrificios para alcanzar el éxito, entre ellos, dejar de asistir a fiestas y reuniones o pasar poco tiempo con su familia y amigos.
“Tienes que sacrificar tu tiempo por estar metido en el deporte y, sobre todo, cuando eres estudiante y deportista a la vez, tienes que sacrificar todo tu tiempo libre, salidas con tus amigos, fiestas, irte de vacaciones… desde que estoy en el deporte no he salido a vacacionar, siempre han sido para entrenar.
Han llegado momentos en los que pensé que quizás necesito divertirme más, o quiero conocer cómo es que una persona normal se divierte, pero creo que he tenido tanto tiempo en esto que ya estoy acostumbrado”, reconoció.
La escuela también ha ido de la mano del deporte y, aunque en ocasiones ha sentido la necesidad de enfocarse solo en una actividad a la vez, sus padres lo han incitado en rendir en ambas partes, lo que le ha enseñado disciplina y constancia.
“Mis papás siempre me incitaban a rendir en las dos cosas; me decían ‘tienes que sacar buenas calificaciones, pero a la vez tienes que estar entrenando, no puedes dejar de lado una cosa para irte a otra, aquí en esta familia las cosas tienen que ser así’, entonces siempre he cargado con eso… es complicado, pero da sus frutos”, admitió. Aun así, no cambiaría esta etapa de su vida.
“He pensado que, a lo mejor, le hubiera apostado más a lo académico que a lo deportivo, pero después de todo lo que pasó, valió la pena todo el sacrificio”.
Actualmente estudia el tercer semestre en la carrera de Ingeniería en Animación Digital, dando rienda suelta a su pasión por los cómics, los videojuegos y las películas de superhéroes.
El poco tiempo libre que tiene lo ocupa para convivir con sus hermanos, ir al cine, a eventos de cómics o a reuniones con sus amigos cercanos.
El carácter, la disciplina y la tenacidad de Rodolfo han sido forjados por sus padres, quienes le han enseñado la lucha y las ganas de salir adelante pese a cualquier adversidad, hasta convertirse en ‘héroes’ dignos de admiración.
“Los dos empezaron básicamente de cero y somos una familia grande; mis papás vienen de lejos, mi mamá es de Tijuana y mi papá es de Guanajuato, se vinieron a empezar una vida acá a Veracruz y siempre ha sido muy difícil para ellos.
Había días en los que no teníamos ni para comer, pero mis papás siempre estuvieron ahí, sin darse por vencidos, siempre lucharon por sacarnos adelante. Siempre han estado con nosotros y han hecho de nosotros las personas que somos ahora”, dijo orgulloso.
Para Rodolfo, su madre ha sido pieza fundamental en su camino al éxito, pues ha sido su entrenadora desde el inicio de su vida deportiva.
“Ha sido difícil manejar esa parte, pero la hemos logrado separar bien: a la hora de entrenar es mi entrenadora y, en la casa, es mi mamá. A veces es complicado quitarte la idea de que en la pista no es tu mamá, pero, el hecho de tener a alguien como entrenador que se preocupa por ti y te conoce mejor que otra persona, es muy bueno”, aseguró.
Ahora, el mayor de seis hermanos no concibe su vida sin sus enseñanzas y está dispuesto a trabajar más duro, pues tras probar las mieles del oro olímpico, su meta es ir por más y llenar de orgullo a su familia y su país.