| 2025-03-06
Cuatro crímenes han marcado la conurbación durante esta semana, pues tres de ellos fueron homicidios y otro más un secuestro, en una ola de violencia en medio de los constantes operativos de los tres niveles de gobierno que parece de poco o nada han servido para disuadir a la delincuencia.
El primero de ellos el hallazgo sin vida de una médica veterinaria y su hija que fueron privadas de su libertad el pasado 11 de febrero, el segundo el del tatuador Jorge Armas que aparentemente también fue llevado contra su voluntad, regresó con vida y a los dos días murió, el tercero el de un octogenario de nombre Arturo maniatado en su casa en Medellín.
Por cierto, el último caso que dieron a conocer, fue de siete personas privadas de su libertad en un domicilio en pleno fraccionamiento Reforma, de las cuales informaron que fueron rescatadas, lo cual dicen las malas lenguas que es falso, ya que ellas lograron darse a la fuga y pedir ayuda a las autoridades, quienes finalmente las pusieron bajo su resguardo pero que no tenían ni idea de donde estaban.
Los agentes aduanales del puerto de Veracruz han expresado su confianza en que el gobierno federal pueda lograr que Estados Unidos retire los aranceles impuestos recientemente a productos mexicanos. Su optimismo no es infundado, pues México ha demostrado en el pasado su capacidad de negociación en materia comercial. Sin embargo, confiar únicamente en la acción gubernamental puede resultar riesgoso en un contexto donde las decisiones de la Casa Blanca responden tanto a factores económicos como políticos.
Es cierto que el puerto de Veracruz sigue operando con normalidad, y que el 30% de su mercancía tiene como destino Estados Unidos. Pero cuando ampliamos la mirada al comercio nacional, el panorama se vuelve más delicado: el 80% de las exportaciones mexicanas dependen del mercado estadounidense. Cualquier restricción comercial impuesta desde el país vecino tiene el potencial de desestabilizar sectores clave de la economía mexicana.
Por ello, no basta con esperar una solución externa. México debe seguir explorando alternativas comerciales, diversificando sus mercados y fortaleciendo su competitividad. La lección de situaciones como esta es clara: la dependencia excesiva de un solo socio comercial nos deja vulnerables ante decisiones que escapan de nuestro control.