Una Historia de Amor

Ciudad de México | 2021-08-28 | Gabriel Athié


Ilustradora: Aranza Aguirre

Esta es la historia de él y de ella, contada desde la perspectiva de él; si alguno quiere conocer ambas partes, me temo que tendrán que buscarla a ella y pedirle que les cuente desde su punto de vista. Les deseo suerte para encontrarla, a él le tomó varios años hacerlo.

Todo empezó cuando él se quedó sin casa…

- ¿Bueno?

- Hola, buenos días, ¿Cómo estás?

- Bien, bien, con la familia

- Qué bueno… oye, te hablo para decirte que para finales de junio nos mudaremos de casa, el 30 es el último día y necesito que vengas por tus cosas…

Sí es lo que están pensando, él es de Ciudad de México, sin embargo, por su profesión ha tenido que mudarse para allá. Después de esa llamada él se puso a buscar cuartos para rentar, les preguntó a sus amigos si sabían de lugares en renta y resultó que su prima se acababa de mudar…

- Pues mira, yo me acabo de mudar y me parece que quien me renta tiene otros cuartos en renta, ¿por qué no le hablas? Igual y encuentras uno que se ajuste a ti, te paso su contacto

Todo iba bien, su prima le pasó el contacto, él le habló y resultó que había un cuarto desocupado con todas las comodidades y muy, realmente muy cerca de donde rentaba. Se agendó la cita…

- ¿Te interesa?

- Sí. Salgo el 17 en la noche, ¿podría ir a verlo el 18?

- Me parece perfecto. Te veo a las dos de la tarde.

El plan ya estaba hecho, sin embargo, nada salió como estaba planeado…

- Disculpa, acabo de tener un asunto familiar y no podré ir a mostrarte el cuarto. Irán unos chicos que trabajan con nosotros, ¿tienes algún inconveniente?

Las cosas pasan por algo” es un dicho común y muy cierto, el problema es que la mayoría de las veces no logramos entender el porqué suceden. Fue como si ese día las estrellas se alinearan y el universo conspirara alrededor de él. Ahora que lo pienso, me imagino que los ángeles estaban asomados sobre las nubes para presenciar el momento que ya estaba predestinado a suceder, sólo se necesitaban tres palabras…

- No tengo problema

¿Alguna vez te has puesto a pensar qué hubiera sucedido si no hubieras mandado ese mensaje o si no le hubieras marcado, mandado esa solicitud de amistad o si hubieras llevado todos tus útiles escolares ese día que le pediste un lápiz? Después de que él me contara esta historia lo pienso a cada rato y al mismo tiempo me emociono de saber qué situación me llevará a conocer a quien se vuelva la razón de mis sonrisas… pero bueno, volvamos a su historia.

Al llegar a la cita una chica bajó las escaleras y se detuvo frente al departamento, él la vio de costado, en eso ella volteó y sonrió. Esa sonrisa fue un golpe directo, su corazón comenzó a latir desesperado, como si lo jalara para llegar lo antes posible junto a ella. Lo bueno es que traía cubrebocas, así pudo evitar que ella lo viera con la boca abierta.

La cita transcurrió bien, ella le mostró la casa, le habló del reglamento y otros detalles que él no recuerda. Cada parte de él estaba enfocado en una particularidad de ella, por ejemplo: sus ojos sólo la registraban a ella, sus gestos, su mirada, el movimiento de sus manos, su cabello; sus oídos en su voz, no en las palabras, literalmente en su voz, era como escuchar la melodía más dulce, atrayente y decidida, todo al mismo tiempo; su nariz enloqueció con su aroma, tiene un olor peculiar, envolvente e indescriptible…

- ¿Alguna pregunta?

Cada vez que ella le hacía esa pregunta su cabeza enloquecía, imaginen pequeñas personitas corriendo de un lado a otro, gritándose entre sí… “¡Nos preguntó algo!”, “¡Le intereso, quiere saber sobre mí!”, “¡Pídele su número!”, “¡No, su compañero está aquí… ¿Cómo dijo que se llamaba?”, “¡Di algo!” …

- eh… ¿me darían llave del departamento?

Ella se le quedaba mirando

- Amm sí, como te dije hace rato que me preguntaste, si llegas a quedarte acá tu tendrías llave del departamento y otra llave de tu cuarto.

- Ok, gracias

- ¿Quieres conocer la cocina?

Lo que les voy a contar a continuación parece algo que sólo pasaría en las películas, sin embargo, él jura y perjura que así sucedió y saben que, sí le creo. Cuando llegas a aceptar que todo lo sucedido, lo dicho y las decisiones que tomaste contribuyeron para que estés en ese momento, en ese lugar o con esa persona, ya no te es tan difícil aceptar que todo puede suceder. Ahora, si cambiamos un poco la forma de ver las cosas, hasta en algo mágico se puede transformar.

La cita para conocer el departamento había terminado, los chicos lo acompañaron a la puerta y justo en el momento en que abrieron se soltó la lluvia. Él les preguntó si podía esperar a que amainara un poco, ellos le dijeron que sí y comenzaron a hablar de sus gustos personales, fue en ese momento cuando él supo que quería volver a verla.

Ella era inteligente, dulce, fuerte, atractiva, gustosa de la lectura, apasionada, responsable, trabajadora, divertida, carismática, sensual, erudita… era la chica que él estuvo buscando por tanto tiempo y ahora que la había encontrado haría todo para que ella fuera feliz a su lado.

Una vez más nada salió como él esperaba.

Desde ese día hablaban a diario, cada noche era hacer videollamada mínimo de dos horas, iban de tema en tema y de chiste en chiste, el tiempo se volvía tan relativo que para ellos se escurría como agua entre los dedos. Cada vez que le llegaba una notificación de ella se emocionaba sobre manera, era como cuando ves que el mesero se acerca con tu comida y tú ni has desayunado.

Todo iba perfecto hasta que a él se le ocurrió regalarle un cuento, en la computadora no eran más de siete cuartillas, sólo que quiso llevarlo más allá y lo escribió a mano; entre la computadora y, el puño y letra hay una gran diferencia. Al final salió un camino de unas veinte hojas, pegó una tras otra, las enrolló y amarró con un hilo verde. De camino a su casa compró un huevito Kínder Sorpresa, se le ocurrió la idea de llevar el cuento en un lado y el chocolate del otro…

- ¿Qué eliges, derecha o izquierda?

- Derecha

Ella había escogido el huevito Kinder Sorpresa. Hay oportunidades que si no estás atento se van y no regresan. Salieron, fueron a pasear al centro de Coyoacán, de ahí comieron pizzas, se tomaron fotos, tantas que le creó un álbum en su celular llamado Ella, regresaron a casa de ella y él no aguantó, le dio el cuento. Al día siguiente ella comenzó a cambiar, los mensajes se sentían distantes, las videollamadas se hacían más cortas y esporádicas… hasta que una mañana ella le marcó y le dijo que sólo podía ofrecerle una amistad.

Cuando él me contó la historia me preguntó, ¿cómo debes reaccionar cuando pierdes a la chica de tus sueños? Le respondí que no sabía, y aun hoy en día no sé la respuesta. Les cuento esto porque a pesar de no tener un final feliz, también es una historia de amor.

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