Veracruz | 2020-08-23 | Domi Ruiz Velázquez
En sus denuncias, Emilio Lozoya no dejó a nadie fuera, se fue en contra de todos, desde Carlos Salinas, Felipe Calderón y Enrique Peña, incluyendo a los excandidatos presidenciales Ricardo Anaya y José Antonio Meade. De pasadita también al exdirector de Pemex, el coatzacoalqueño José Antonio González Anaya.
Por lo visto la decisión tomada por el funcionario es exhibir la corrupción que imperó durante 36 años en el país, coincidiendo con el presidente López Obrador que ha sido la mayor maldición que han tenido los mexicanos.
Lo increíble es la memoria, ya que recordó que en un viaje de retorno de Veracruz a México, el presidente pidió en el avión que abrieran dos botellas de finos vinos para celebrar el regalo que le había hecho el entonces gobernador Javier Duarte, un automóvil Ferrari que había pertenecido al presidente Adolfo López Mateos.
Toda una novela de robos y saqueos parecen las denuncias que han sido presentadas. Duarte dice que los únicos Ferrari que conocen son los de Boca del Río y que andan desaparecidos.
Pleito familiar por una herencia política
Lo común en estas contiendas electorales son las pugnas entre los partidos políticos, pero en el caso de Veracruz la pugna dentro del PAN, es de índole familiar. Los jefes quieren que sus hijos se
an los protagonistas por la alcaldía más importante que es la del puerto de Veracruz. La joya de la corona. Cada uno se siente con más derecho.
Julen Rementería por su raigambre partidista y Miguel Yunes Linares quien ha militado en diferentes partidos y no posee esa exclusividad. Ambos políticos están equivocados al considerar los puestos públicos como cargos hereditarios.
Con ese argumento muy válido le permite a cualquier otro panista tener más derechos a esa importante presidencia municipal.
Coatzacoalcos con el corredor del Istmo tendrá en este presente una preferencia sobre cualquier ayuntamiento.
La guerra sucia que se avecina
En lo que va del gobierno de Cuitláhuac García se habían guardado las posturas corteses y de cierta diplomacia política para una administración estatal que se iniciaba con la gran expectativa despertada por la administración federal de la cuarta transformación y lo más posible es que se hubiera mantenido bajo ese contexto, pero se atravesaron las elecciones intermedias y la clase política que había guardado una gran reserva se va a desatar y lo más fácil es criticar y exhibir a los que se encuentran en el poder.
No hay defensa para esa compleja situación.
No quiere decir que los de Morena se van a quedar callados ante esta avalancha de improperios y graves denuncias que permanecían guardadas en espera de los tiempos electorales.
Los morenistas están obligados a responder y ejercer el derecho de réplica,pero obviamente están en desventaja y no cuentan con el personal calificado ni operadores para estas acciones de especial carácter mediático.
Que se avecina la guerra sucia y que saldrán los escondidos trapos sucios y las componendas económicas no hay la menor duda.
Al igual que lo hiciera el presidente López Obrador de esperar los tiempos políticos que le van a dar un gran resultado, es lo mismo que ocurrirá en Veracruz nada más que en sentido contrario. Advertir el grave peligro de ese futuro mediato es el compromiso de este articulista fogueado durante décadas en las complejas trincheras de los medios nacionales capitalinos.