Sin patear el pesebre

Por: Jorge Yunis Manzanares

Coatzacoalcos | 2022-07-07

Habia un viejo de nombre Andrés, quien ya  en su lecho de muerte,  dijo a sus  hijos Luciano y Jacobo: __tengo dos bueyes y dos patos: eso es lo que les dejo.  Después del entierro de Andrés, Jacobo, que no tenía buen corazón,  digo a Luciano:  

__yo soy el más fuerte:  quiero, por tanto, los bueyes; me corresponden por derecho.  Tú eres débil y no sabrás guiarlos.   Yo tengo los brazos robustos, como mi padre, y  podré  manejarlos perfectamente.

_ está bien __dijo Luciano, que era humilde y bueno_;  quédate con los bueyes y yo tomaré para mí los patos. Jacobo,  una vez hecho este trabajo injustisimo, tomó los bueyes, los bañó, los arreglo convenientemente, y salió con ellos para venderlos en el mercado de la ciudad.  Por el ansia de una venta pronta,  casi los malbarato; y cuando ya tuvo el  dinero en la mano  invito a sus amigos paseo con ellos por todas partes pagando las diversiones,  se dio ínfulas de Rey, fue aquí, fue allá, despilfarro, jugó  y  perdió allá  las últimas monedas que le quedaban. 

Así, a la vuelta en unos días estaba tan pobre, que no poseía más que hambre y frío.  Y al verse en esta situación humillante,  desapareció de la casa.

Luciano  a  diferencia de Jacobo,  luego que tuvo en su poder los patos, los cuidó, los alimentó y pocos días después comenzó a recoger gran cantidad de  huevos y de patos, y comportandose con economía y con juicio, pudo comprar más tarde un buey;  después vendió el animal y compró un campo; en el sembró trigo,  maíz,  árboles frutales;  y,  con el producto de todo esto,  pudo adquirir más tarde un bosque muy hermoso que estaba junto a su  terreno. 

Del  Bosque vendía Maderas a precios  altisimos. Y  pronto Luciano,  rico ya,  hizo una gran casa en su campo, y desde ahí  vigilaba la tierra y el bosque.  Un buen  día  Jacobo estuvo de vuelta,  y se presentó en la casa con las ropas desgarradas  y la pereza pintada en el semblante.

_Hermano __dijo Luciano Jacobo_; Sí yo te comparto de mi riqueza  haré que sigas en tu camino de perdición y holganza.  El trabajo regenera,  y solo por el podrás corregirte.  

Toma  cincuenta de mis más hermosos patos y comienza con ellos a labrar tu fortuna:  Recuerda que a mí me bastaron dos  solamente para hacer la mía.

Trabajo, economía y constancia, son el patrimonio del hombre.

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