Quien siembra vientos, cosecha tempestades

Quien siembra vientos, cosecha tempestades

| 2024-03-09

Esta semana pasó algo que a mí como mexicano me lastima e incómoda. Una turba de encapuchados debidamente azuzados, coordinados y aleccionados, identificados con zapatos tenis de color negro y suela blanca, secuestraron un vehículo de la CFE que usaron como ariete para derribar la histórica puerta del Palacio Nacional que da hacia la calle de Moneda.

Dicho inmueble data de la época virreinal. Tiene un enorme valor histórico y emblemático para todos los mexicanos.

No es posible aceptar que una horda de salvajes atente contra el patrimonio de la Nación, por muy molestos o furiosos que se encuentren y además lo hagan con total desparpajo e impunidad, sabiendo que las autoridades no actuarán deteniendo y sancionando severamente a los responsables de transgredir la Ley.

Lo anunció ayer el mismo presidente de la república, quien ordenó que ni siquiera se investiguen los hechos. Esto hizo suponer a algunos analistas la posibilidad de que haya sido un auto-atentado para desviar la atención de los verdaderos problemas que aquejan a México, porque además, vivimos en un país donde quienes cometen tropelías saben de antemano que no tendrán que enfrentar las consecuencias de sus fechorías.

Por cierto, no deja de llamarme la atención el hecho de que los ahora indignadísimos padres de los estudiantes desaparecidos, no los hayan reconvenido a tiempo cuando bien sabían que se dedicaban a cometer desmanes.

El secuestro y retención de autobuses, la toma de las casetas de cobro de las autopistas para bloquearlas y cobrar ellos el peaje, el robo de camiones cargados con refrescos, golosinas y otras mercancías, afectando a terceros, no es un tema gracioso, ni un juego; sino un delito que debe sancionarse con severidad.

El ser buen estudiante de cualquier escuela normal se demuestra cumpliendo con la Ley, comportándose correctamente, respetando la propiedad ajena y sobre todo no vandalizando ni destruyendo edificios públicos. Imaginémonos por un momento lo que pasará con México cuando esta clase de individuos que transpiran odio y rencor, asuman la tarea de educar a las próximas generaciones.

Es vox pópuli que las normales rurales son verdaderos centros de adoctrinamiento marxista, donde se prepara a los alumnos para crear desórdenes, bloquear carreteras y secuestrar autobuses. Donde se les habla de derechos, pero no de obligaciones contraídas con la comunidad que paga sus estudios.

Inclusive, a los de nuevo ingreso les imponen tareas que deben de cumplir, mismas que no están relacionadas con la educación formal que los futuros maestros deberían recibir, sino con actividades que tienen que ver con la lucha de clases y la comisión de ilícitos.

Los desaparecidos de Ayotzinapa no eran los niños héroes, ni blancas palomas. Eran aprendices de guerrilleros y delincuentes. ¿Qué hacían esa noche en Iguala secuestrando autobuses, lugar situado a 120 kilómetros de distancia de su centro de estudios? ¿Quién los envió, animó, aleccionó y coordinó?

Existen versiones no confirmadas de que por error secuestraron un autobús que transportaba droga. Esto desencadenó una serie de sucesos que ahora lamentamos todos, porque la vida de cualquier ser humano merece respeto.

Sin embargo, quien se dedica a cometer ilícitos debe saber a lo que se arriesga y sus posibles consecuencias fatales. También sus padres debieron advertirles a tiempo a los jóvenes lo peligroso de la actividad que realizaban.

Dentro de las fechorías que cometieron, no debemos olvidar que durante el bloqueo de una carretera incendiaron una gasolinera donde murió quemado el despachador, quien por cierto era veracruzano.

Para finalizar afirmo que no es posible que las autoridades se hagan las desentendidas ante lo que sucede al interior de las escuelas normales. El estado tiene la obligación de defender la democracia, la libertad y la libre enseñanza de calidad que nos eleve como personas y nos ayude a ser mejores. También debe de promover el respeto a la propiedad ajena, a las instituciones y al estado de derecho.

Cuando cualquier persona delinque y no le pasa nada, está invitando con su mal ejemplo a que otras hagan lo mismo.

Esto no debe tolerarse más, porque de continuar así caeremos en la anarquía y nadie en su sano juicio desea el caos para México.

¿No les parece a Ustedes?

Muchas gracias y un buen fin de semana.

.
.