Veracruz | 2023-10-19
Cada vez que escucho hablar de mujeres rurales, mi corazón se acelera, me pongo feliz y recuerdo mi infancia. Vengo de dos frentes, el de una abuela materna de campo y el de una abuela paterna de ciudad que aún originaria de mi bella ciudad Xalapa, tenia una granja hermosa, producía verduras y frutas en su inmenso jardín, sin dejar atrás sus animales de granja que todos los días producían. Mi abuela materna igual, ella producía sus propios alimentos para su familia.
Recuerdo en mi infancia con ambas; para desayunar o comer, solo bastaba ir al inmenso jardín donde estaba una granja y el desayuno estaba ahí a unos cuantos pasos, había huevos, leche, naranjas, maíz y demás. Eran otros tiempos, pero ser en aquel momento el actor principal que permitía, que el alimento no faltara en la familia era un tema de orgullo.
Esas raíces me llevan a concebir, la gran fortaleza de las mujeres rurales. Apenas el pasado 15 de octubre se celebró el día internacional que permite visibilizar el gran papel que desempeñan en el mundo y su contribución, además de que son ellas quienes garantizan la seguridad alimentaria no solo de sus familias, sino de sus comunidades y fortalecen las economías. Evidentemente detrás de esas mujeres hay una historia de lucha.
Y es que, conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres rurales es doblemente complejo, pero es urgente y fundamental, pues su papel a veces parece invisible, pero son pieza fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición. Las mujeres rurales-una cuarta parte de la población mundial- trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias.
Ellas, labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Sin embargo, a pesar de su gran contribución, la Organización de las Naciones Unidas- Mujeres, ha señalado que las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.
Es decir, las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Mundialmente, con pocas excepciones, señala ONU-Mujeres, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
De ahí que el Día Internacional permite de igual manera tener presentes sus demandas porque merecen contar con las mismas oportunidades que los hombres y es que según cifras reveladas por ONU, menos del 15 por ciento de las mujeres en el mundo, son las que apenas cuentan con posesión o propiedad de sus tierras y a ello se suman sinnúmero de desventajas como que el 65 por ciento de las mujeres rurales tienen muy bajos ingresos o que el 50 por cientos de las mujeres rurales son obligadas a casarse aún siendo niñas, siendo solo apenas un 2 por ciento de las mujeres rurales las que lograr concluir la secundaria y así se podría seguir relatando las condiciones de desigualdad, pero la realidad nos dice, que lo urgente e importante es visibilizarlas y trabajar por ellas y para ellas en la búsqueda de mejores condiciones de vida. ¡Mucho por hacer, por contribuir, por mostrar!