Movimiento social atrapado en partido político

Escenarios

Veracruz | 2021-11-28 | Francisco Blanco Calderón

Los partidos políticos son considerados hoy en día la «columna vertebral» de cualquier democracia, el intermediario necesario para atender a las demandas y satisfacer las necesidades sociales, aunque resultan cada vez más cuestionados.

Especialistas de la  filosofía y la ciencia política lo definen: “El politólogo francés Maurice Duverger definió a los partidos como «una comunidad de una estructura particular, caracterizada principalmente por las relaciones internas entre los miembros de la comunidad».  Según Giovanni Sartori, «un partido es cualquier grupo político identificado con una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones (libres o no), candidatos a cargos públicos…. destaca una serie de elementos claves que le determinan: grupo político, elecciones, candidaturas, cargos públicos.  Por último, para Antonio Gramsci: El Partido revolucionario también se ve necesariamente afectado por este carácter paradójico, pues se entiende que representa al proletariado, clase cuyo interés histórico es la superación de toda división de las sociedades humanas en clases. Por tanto, si cumple perfectamente su papel, el Partido está abocado a desaparecer. El fin del Partido, su objetivo último, es su propio final, su desaparición”. (Redalyc.org).

En la sesión del Consejo Nacional de Morena  se desataron una serie de críticas entre integrantes de ese partido que trascendieron en medios y redes sociales: Después de 36 años ininterrumpidos de gobiernos neoliberales, fraudes electorales, corrupción, prácticas entreguistas, saqueo de recursos naturales, estrategias de sobreexplotación y políticas antisociales, la 4-T acumula ya tres años de importantes triunfos populares.

Muy poco le ha servido al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) los discursos de unidad democrática. Si bien aún este partido político no se consolida, por dejar de operar como un movimiento y convertirse en partido político, ya se aprecian en el horizonte las nubes de tormenta. Meteórica carrera para un novísimo partido al que bien podría calificarse de ‘precoz’, al igual que a sus importantes triunfos electorales, mismos que lo han colocado, en cortísimo tiempo, como primera fuerza a nivel nacional. (Visión Académica. UIA. Dra. Ivonne Acuña Murillo).

Ante el Consejo Nacional de Morena, en  su debate interno, Armando Bartra dijo, con toda razón, que la responsabilidad mayor del partido no es respaldar y defender al presidente, sino impulsar en la sociedad su proyecto de país; transformar a la sociedad integralmente y desde abajo es algo que el gobierno no puede hacer y a lo que el partido está obligado. Morena no está realizando este trabajo y esto pone en riesgo todo lo  logrado.

Para Paco Ignacio Taibo II actual director del FCE, expuso en el pleno del Congreso de Morena: “Tenemos en realidad un partido cargado de desprestigio y no puedo ni compartir la visión derrotista, donde la suma de tres partidos de la nueva derecha, más hechos verdaderamente inconcebibles, como que haya miembros que han hecho campaña electoral por partidos de esa nueva derecha”.

Otro de los críticos del rumbo que va tomando Morena como Partido es John Ackerman, que expuso en la Jornada: “A la mitad del sexenio, en el momento de máximo respaldo popular para el presidente Andrés Manuel López Obrador, el partido que él formó y lo llevó a Palacio Nacional se encuentra frente a una disyuntiva histórica: crecer desde sus raíces a partir de la activa participación de sus militantes y conforme a los estatutos del partido o empezar de nuevo desde cero a partir del desconocimiento tanto de la militancia actual como de la legalidad interna del partido. Las acciones y decisiones recientes indican que la cúpula del partido ha elegido la segunda ruta. La militancia y los ciudadanos simpatizantes de la Cuarta Transformación tenemos la obligación histórica de empujar hacia la ruta de la democracia y el respeto a los principios fundadores de no mentir, no robar y no traicionar, establecidos por López Obrador desde el nacimiento del partido”.

La transición de movimiento social a partido político ha expuesto a Morena a críticas dentro y fuera de sus estructuras. Se han cedido espacios a militantes de los partidos tradicionales, hoy aglutinados como eje opositor, se han entregado posiciones estratégicas en el Congreso de la Unión, se han integrado formalmente al aparato administrativo del gobierno federal, todo ello con la falla, lamentable, de no integrar a las bases formales que constituyeron una organización que debió  mantenerse como movimiento social dejando a un lado la formalización partidista a fin de impedir la seducción y perversión de la dirigencia arribista que concilia, con fines electorales, a  intereses ajenos a los que MORENA. ¿Será posible rectificar el rumbo en este  Consejo Nacional?.

El reto es mantenerse como organización política que respalde la transformación política, social y económica de un país que fue devastado en seis periodos sexenales, en complicidad con legisladores  sumisos a los intereses de quienes presidieron el periodo neoliberal, así como analistas y medios de comunicación cómplices, aunado a un sistema de justicia adoctrinado a la  impartición de una “injusta justicia”, todos ellos apoyados con un sector empresarial voraz que incumplía de sus responsabilidades fiscales, y  que además se le retribuían impuestos y asignaban grandes contratos, obras y concesiones en la infraestructura debilitada por esos gobiernos que entregaron a la Nación a los intereses trasnacionales.

Un partido de Estado que responda a la erradicación de la corrupción y no forme parte de ella, que fortalezca la formación de cuadros dentro de estructura interna, que vigile la aplicación de la justicia social y sea corresponsable del crecimiento económico del país. Pero  para lograrlo debe erradicar los vicios electoreros de un partido político tradicional.

¿Será posible?

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