Veracruz | 2020-07-01 | Maquiavelo
Si bien es cierto que con eso de la pandemia, para los columnistas políticos no existen temas por que la mayoría de los miembros de la clase política permanecen en sus casas, no es una razón suficiente para ensañarse con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a tal grado que el propio mandatario reconoce que es el presidente más atacado de todos los tiempos, cuando se refiere a los medios impresos nacionales no hay artículo que no lo critique.
Esa misma situación es la que existe en el estado de Veracruz donde el gobernador Cuitláhuac García y el coordinador de la bancada de diputados de morena Juan
Javier Gómez Cazarín, al igual tiro por viaje son los centros de atención de estos reporteros. Resulta aburrido que las notas sean iguales en estos supuestos audaces críticos de los gobiernos de izquierda.
Lo que si ha quedado claro es que son vividores y la única ideología que reconocen es la del dinero. Si no hay recursos sólo son mercaderes de la información política.
El reportero de Excélsior, Carlos Denegri, un día se presentó ante su director Rodrigo de Llano y le quiso plantear un asunto personal. “Ya voy a cumplir seis meses como reportero de guardia y creo que en ese tiempo no ha recibido ninguna queja de mi. Tengo ambiciones más altas y quisiera pedirle si es posible que me permita entregarle un reportaje con mi firma”. Divertido por su impertinencia, don Rodrigo lo mira de pies a cabeza con una mueca burlona.
-Vas muy de prisa, muchacho. En un periódico no todos pueden ser generales de división. También necesitamos soldados rasos. Haz el reportaje en tus ratos libres, pero sin descuidar tus guardias.
-¿Del tema que yo quiera?
-Sí escógelo tú.
Se puso a investigar y salió el tema de un atentado a un periodista poblano José Trinidad Mata, director del semanario Avante, según compañeros de la víctima acusaban al gobernador de Puebla el general Maximino Ávila Camacho, hermano del secretario de la Defensa que posteriormente sería presidente, Manuel de los mismos apellidos. Había ordenado su ejecución en represalia por los artículos escritos en su contra donde lo tachaba de corrupto, fantoche y déspota.
Entregó el reportaje y esperaba confiado que se llevaría la primera plana, al día siguiente hojeaba con angustia el diario y no se lo habían publicado.
Por la tarde lo recibió el director y le preguntó el porqué no lo había publicado su reportaje. -¿Tan malo es?
-Al contrario, es magnífico. Me convenciste que tienes un gran futuro en el periodismo. Pero don Maximino es un benefactor de Excélsior. Se gasta una millonada en desplegados y gacetillas pagadas, ¿no te has dado cuenta?
Muy molesto Carlos Denegri, le dijo, pero usted mismo denunció sus latrocinios como gobernante.
-Eran otros tiempos, fue la seca respuesta. No te preocupes te dejó mil pesos. Con el tiempo se enteró que le había dejado al director Rodrigo de Llano un cheque por diez mil pesos.
Tolerar esas bofetadas era parte de su noviciado. Pero, pasado el tiempo se puso muy trucha para que no le birlaran ningún embute