Veracruz | 2020-06-29 | Silverio Quevedo
Cuando el entonces Administrador General de Aduanas presentó su renuncia con fecha 1 de mayo de este año hubo una serie de versiones y comentarios, pero la mayor extrañeza fue -lo consignamos en este espacio- la contrariedad de que siendo elogiado, incluso en el último día de su permanencia, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo haya dejado ir del encargo que le había conferido -entre abrumadores calificativos de honestidad, humildad e integridad- desde el 5 de junio del 2019.
Así, mientras el jefe de las instituciones resaltaba el trabajo y la formación humana más que profesional y en la administración pública del exalcalde de Xalapa y de nueva cuenta senador veracruzano, en sus palabras de despedida se leía también un mensaje entre líneas: “En el caso de las aduanas viene una limpia porque se han hecho intentos. El hasta ahora director de Aduanas, una gente íntegra, honesta, pero es un monstruo lo de aduanas de 100 cabezas; que la aduana de Manzanillo, que la de Lázaro Cárdenas, que la aduana de Tijuana, si les contara lo que sucede, porque se fueron haciendo costumbre los actos de inmoralidad”.
A raíz de su salida una serie de acontecimientos que van desde escándalos de corrupción en al menos dos aduanas del país, millonarios aseguramientos y enormes cargamentos de droga en estos recintos fiscales que estaban bajo la tutela de Ahued Bardahuil se han venido como cascada en las últimas semanas, apenas a dos meses de su salida. ¿Será que López Obrador sabía algo más del fondo de la olla?
Este miércoles en su columna, Maquiavelo tituló “Van a limpiar de gente corrupta las aduanas”, y señala:
En una tarea titánica del nuevo administrador general, Horacio Duarte para las 49 aduanas del país, inmersas en la corrupción. Y que éste se encontró con múltiples recomendaciones de priistas y panistas que laboraban en ese sector, y que son veracruzanos y de reciente incorporación al sistema aduanero, es decir, todo indica que fueron llevados por el ahora exfuncionario federal.
Lo dijimos en este espacio, fue extraño que López Obrador haya dejado ir a tan valioso elemento de su gabinete como colaborador y lo haya retenido.
Ahued goza de una excelente imagen pública, como empresario y luego, al oponerse como legislador en el Congreso Local a algunas de las iniciativas de Javier Duarte siendo gobernador, políticamente capitalizó aún más esa línea.
Pero en el Gobierno Federal algo seguramente no gustó, al margen de su confrontación con la titular del SAT, Raquel Buenrostro, lo que tampoco le asigna una buena calificación a Ahued, siendo que no pudo mantener una buena relación en su nuevo trabajo.
SIN AHUED, EXHIBEN MÁS CORRUPCIÓN
A raíz de su salida, coincidencia o no, se han hecho una serie de aseguramientos y detecciones de corrupción en las diferentes sedes aduaneras del país, que muy poco se vieron cuando éste se encontró al frente.
Apenas el 13 de junio por ejemplo, fueron decomisadas más de cuatro toneladas de droga, entre metanfetamina y marihuana, en la aduana de Mesa de Otay en
Tijuana con valor de tres millones y medio de dólares.
Este fin de semana en la garita de Ciudad Hidalgo, Chiapas se incautaron heroína, cocaína y fentanilo. Un cargamento que implicaba cientos de miles de dosis que pretendían ingresar al país.
Los dos mayores escándalos con antecedentes desde el primer trimestre de este año pero le reventaron justo cuando se habló de la renuncia de Ahued en
Aduanas, y despertaron sospechas en torno a su desempeño, fueron los de Progreso, Yucatán y el de Tuxpan, en Veracruz.
La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda federal intervino legalmente contra el director de la Aduana de Progreso, Guillermo César Calderón León, por corrupción y por permitir la entrada a México, desde Yucatán, de drogas y sustancias ilegales como la efedrina y el fentanilo.
Por la gravedad de las acusaciones y por los millonarios montos que se detectaron en sus cuentas bancarias este administrador en la administración de Ahued, fue consignado penalmente, sobre todo por los pagos que recibía de las mafias de contrabando.
El otro caso fue el director de la aduana de Tuxpan, Veracruz, Abel Cárdenas Lara. En este asunto se trataba de la evasión fiscal a través de pipas con combustible que salían en la madrugada y buscaron ocultar el pago de impuestos a la Federación.
Según el periódico La Jornada, en marzo, un mes antes de la salida del veracruzano, la Secretaría de la Marina (Semar) “detectó una red de corrupción en el puerto de Tuxpan con la que se evadía fiscalmente el pago de cientos de millones de pesos por el combustible que se descargaba en este lugar, esta situación ya está en investigación por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y crédito Público (SHCP)”.
Si bien nada implica directamente al senador veracruzano, pues solo se podría hablar de falta de resultados, lo cierto es que se han hecho público una y otra vez los casos que develan la cortina para ver toda la podredumbre que existe en el sistema aduanero, y cuando un capitán abandona el barco no es recomendable darle otro timón a su cargo.