El valor de las manos

Momento reflexivo

Coatzacoalcos Ver. | 2022-09-03


"La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece”. Proverbio de Salomón.

Me encontraba en un centro hospitalario cuando se acercó una persona de mediana edad extendiendo su mano y pidiendo ayuda. Lo observé y vi que poca gente hizo caso de su petición. Entonces me quede pensando y vinieron a mi mente tantas personas con capacidad diferente que han salido adelante y han demostrado que, aún con alguna deficiencia, pueden y llegan a hacer cosas admirables.

Nuestras manos son maravillosas y de un gran valor, sobre todo cuando se usan para crear o hacer algún bien. Dios no las colocó en nuestro cuerpo para que fueran un adorno, ¡de ninguna manera! Nuestras manos son una bendición y son muy importantes ya que con ellas podemos crear y hacer tantas cosas, además de demostrar nuestros afectos.  

Yo siempre he pensado que mientras tengamos una mente clara y nuestras manos puedan estar activas tenemos que ser diligentes con ellas. Consideremos que hay personas que por distintas situaciones y circunstancias, ya sea porque nacieron sin sus manos o porque las perdieron en algún accidente o debido a una enfermedad, no las tienen y sin embargo se esmeran en aprender y salir adelante en la vida usando otras partes de su cuerpo. Esas personas seguramente valoran y entienden la importancia de las manos.

Encontré, leyendo la escritura, que Salomón el sabio escribió así: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos y sé sabio; la cual, no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”.

Esos pequeños insectos siempre nos dan una gran lección. No es posible que nosotros que tenemos inteligencia y con ella podemos hacer grandes cosas, esperemos que alguien más nos dé. Es penoso ver a jóvenes extender la mano para pedir, cuando la pueden usar como un instrumento de provisión y bendición.  

Es bien sabido que en nuestro país muchos viven en pobreza o con muchas carencias. Pero, cuantos “Ninis” o personas sin oficio vemos a nuestro derredor. Gente ociosa que muchas veces son atraídos por el mal. Bien se dice que “el ocio es la madre de todos los vicios”. Es triste que desperdicien su vigor haciendo lo malo, cuando pudieran hacer con sus manos cosas constructivas, que ayudarían al país, a sus familias y a ellos mismos a salir de la crisis.

No olvidemos que nuestras manos son las que Dios usa para bendecir nuestra vida y de las personas que nos rodean. Benditas sean las manos que se extienden para ayudar al prójimo y a aquellas que hacen cosas maravillosas.

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