Veracruz | 2020-11-27 | Raúl López Gómez
La muerte del futbolista Diego Armando Maradona, enlutó al mundo del deporte y las respuestas de tristeza de todos los rincones del planeta no se hicieron esperar a las muestras reales y sinceras por un deceso inesperado a todo un personaje que se caracterizó como un ejemplo de superación y de humildad a pesar de los detractores de siempre, que no aceptan a quienes se superan luego de venir sufriendo pobreza extrema.
“Dieguito”, desde niño dio las dotes de una grandeza innata de futbolista y debuto a los 15 años en la liga profesional de Argentina.
Pronto, su mundo cambió y después de pasar por los colores de los clubes de sus amores, voló a Europa para iniciar toda una historia de éxito en el Barcelona y en el Nápoles.
Los efectos de las malas amistades de la fama y los reflectores a un mundo de poder económico, dieron a Diego Armando Maradona, los inesperados golpes de la vida de mucho sufrimiento al encontrarse con otro mundo, que es el de las drogas, la fiesta y la vida disipada que no correspondía a la talla del mejor futbolista de todos los tiempos.
El alcohol y las drogas, poco a poco le fueron apagando en su gloria de futbolista reconocido por jefes de estado, líderes mundiales y hasta del propio Papa Jorge Mario Bergoglio, su paisano argentino.
Como futbolista profesional y de la selección nacional de su país desde juvenil y la mayor con sendas copas del mundo, ganó toda fama y dinero, lujos y excentricidades, sin perder el origen, la sencillez y la humildad, a pesar de ser argentino, no perdió el piso.
Después de los reflectores y la gloria, además de las muchas lesiones provocadas por los jugadores oponentes que le pegaron arteramente con todo, entradas rudas y peligrosas, que no pudieron acabar con su carrera profesional, así como el doping a causa del uso de efedrina en el mundial de EU, por un medicamente para la gripe y no darse cuenta.
A Diego, la naturaleza le dotó de un cuerpo diseñado para la alta competencia del futbol, cuerpo robusto, de baja estatura y muy veloz, que podía verse en la cancha como un súper humano, sobrenatural al que se le dieron hacer muchas cosas imposibles, espectaculares. Hasta la fecha, irrepetibles.
En su sencillez y honestidad, Diego Armando Maradona, reconoció y admiró como el mejor jugador del mundo al salvadoreño, Jorge Alberto “El Mágico” González, a quien llevaron a jugar a Europa, pero no quiso perder libertad por disciplina, jugó con el Cádiz, y no firmó el contrato para pasar a otro club más importante, por las enormes exigencias de responsabilidad en entrenamientos y concentraciones, sin alcohol y fiesta.
Goles de lujo, carreras impresionantes con el mejor de la historia, hasta “el gol de la mano de Dios”, famoso en el mundial de México, que quedó en el recuerdo.
Siguió su carrera con altibajos emocionales, y dirigió a la selección nacional de Argentina, a varios clubes, incluso últimamente a los Dorados en estos lares.
Fue ante un amigo y compañero al extremo con todos sus colegas y correligionarios, todos con experiencias inolvidables con Diego, que cantó, bailó y se mostró autentico para propios y extraños.
Al final de su vida, con los dolores extremos a causa de las rodillas desgastadas por el oficio, con secuelas a los efectos de las drogas y el alcohol, además alejado de su familia a causa de los problemas personales, llegó a cerrar una hoja de su calendario el pasado 30 de octubre al cumplir sesenta años en un gran homenaje que le hicieron los hinchas de su país, a lo que simplemente con pasión, entrega y corazón, les dijo: gracias.
Lagrimas por su partida de la gente, comentaristas y los seguidores de siempre, tres días de duelo en Argentina, los funerales de Estado en la Casa Rosada, la residencia presidencial, y los homenajes póstumos a quien simplemente se ganó el cariño de lo gente por sus grandes proezas en el futbol, y qué sin importar el origen de pobreza, habló a la prensa desde niño de sus sueños, y todos los pudo cumplir.
Hasta el más difícil, hacer que el mundo le llore por su muerte como a nadie nunca antes en todos los tiempos, y con el fanatismo de sus seguidores que le hicieron su iglesia para seguirle y recordarle siempre, ahora con la muerte del ídolo, nace la leyenda.
En México, también junto a Maradona, dos leyendas de este país partieron ese día de luto mundial, la actriz y cantante Flor Silvestre, una mujer hermosa que casó con Antonio Aguilar y se profesaron mucho amor y respeto, así como el doctor José Manuel Mireles, fundador de las autodefensas en Michoacán y finalmente subdelegado del ISSSTE, quien deja un legado muy grande de carácter y fortaleza.
En otro asunto, el alcalde de Boca del Río, Humberto Alonso Morelli, muy felicitado por su cumpleaños, a quien también hace historia al estar reconocido entre los alcaldes más sobresalientes en el país.
La comunicadora Jenni Mora, también festejó a la distancia su cumpleaños y las felicitaciones de todos los colegas por supuesto que se dieron en tiempo y forma.
Y con broche de oro la economía nacional, que mejoró en el tercer trimestre de forma sorpresiva y con números históricos, desde la prensa incomoda le llamaron “el efecto rebote”, pero no se dice del por qué.
Pudiera ser, que la gente después del estricto aislamiento y con los efectos de la pandemia, muchos comenzaron a gastar sus ahorros, y por lo mismo la economía hasta repuntó. Así las cosas.