Doña Democracia

De política y cosas peores

Veracruz | 2020-04-13 | Catón

“Vengo a pedirle la mano de su hija” -le dijo el pretendiente al genitor. Replicó el padre de la muchacha, desdeñoso: “¿La mano nada más? Joven, no parece tener usted muchas aspiraciones”...

Babalucas conoció a una linda chica que lo invitó a ir a su departamento. La muchacha tenía temperamento erótico; era de inclinaciones voluptuosas, y dormía en cama de agua. (Las tiene en todos sus cuartos el Motel Kamawa como atractivo especial para sus clientes, y también una Biblia en cada habitación).

Después de un foreplay interesante en la sala fueron los dos a la recámara y se tendieron sobre el acuoso lecho. Ahí continuaron los escarceos de libídine. Antes de proceder al principal performance le sugirió la chica a Babalucas: “¿No crees que deberías ponerte alguna protección?”. “Sí -admitió el tonto roque-, pero no creo que tengas aquí en tu departamento un salvavidas”...

La tortuga que en la famosa fábula le ganó la carrera a la liebre era una tortuga macho. Cierto día su esposa, la tortuga hembra, estaba platicando con una amiga, y entraron en el terreno de las confidencias. La tortuga, mohína, le confió a su amiga: “Y también hay otra cosa que mi marido hace más aprisa que la liebre”...

La mamá de Pepito enfermó de gustos pasados; se hallaba en estado de buena esperanza. Quiero decir que se embarazó. Le preguntó Pepito: “¿Cómo está eso del hijo en la barriga?”. La señora quedó desconcertada al oír aquella súbita interrogación.

Pensó, sin embargo, que su retoño estaba ya en edad de saber ciertas cosas, de modo que lo sentó a su lado y procedió a darle una bien detallada explicación acerca del proceso por el cual se perpetúa la especie humana.

No le habló de florecitas, pajaritos y abejitas, no; ni menos aún le dijo de la cigüeña o de París: le reveló la verdad completa acerca del origen de los niños. Cuando la señora terminó su prolija explanación le dijo Pepito: “Todo eso es muy interesante, mami, pero no me explicaste por qué cuando nos persignamos decimos: ‘En el nombre del Padre...’ en la frente, y luego: ‘... y del Hijo...’ en la barriga”...

Rosibel le contó a su abuelita: “Estoy saliendo con un muchacho guapísimo, y muy rico”. “Ten cuidado, hija -se preocupa la señora-. ¿Lo conoces bien?”. “Claro que lo conozco bien, abuela -contesta Rosibel-. Está casado con mi mejor amiga”...

Los mexicanos -la verdad sea dicha- no nos acostumbramos aún a la presencia entre nosotros de esa señora que se llama doña Democracia. Yo mismo batallo para distinguirla en una reunión: a veces la confundo con doña Demagogia, y otras con doña Publicidad y Propaganda.

Y es que durante muchos años no la conocimos, y luego nos la presentaron en simulacro manejado por el prigobierno en asociación con los partidos políticos. Tenemos que hacer ahora que la auténtica doña Democracia viva en nuestra casa todos los días, no nada más los de elección.

Para lograr eso hemos de interesarnos en la vida nacional y hacer cotidianamente el examen crítico de la realidad de México. Igualmente, los partidos políticos deben también invitar a doña Democracia a vivir con ellos. Acostumbrémonos todos a la democracia, incluso los que por ella están en donde ahora están...

El encargado del censo le preguntó a la señora: “¿Profesión de su marido?”. Respondió ella: “Fabricante”. Inquirió el censador: “¿Hijos?”. “No -contestó la señora-. Muebles”...

Don Algón estaba en trance de refocilación carnal con su linda asistente, usando el escritorio a manera de tálamo. En eso ¡horror! la esposa del salaz ejecutivo irrumpió en la oficina. Volvió la vista don Algón y la vio. Luego le dijo en voz baja a la muchacha: “Es mi mujer. Actúa con naturalidad”. FIN.

 

mirador

armando fuentes aguirre

Me habría gustado conocer a quien fue cura de la parroquia de San Jacinto Amilpas, en Oaxaca, allá por los primeros años del antepasado siglo.

Sobre el campo circunvecino se abatió una terrible plaga de langostas. Los lugareños la combatieron con todos los medios a su alcance: tiraron cohetes; las mujeres y niños fueron por la milpa golpeando cacerolas y ollas. Todo inútil: los feroces insectos seguían amenazando la cosecha.

Entonces aquel buen sacerdote dijo a sus feligreses que tocaran música en los recuestos del vecino monte. Así lo hicieron ellos: llevaron bandas y cantores que interpretaron los sones de la tierra. Y sucedió el prodigio: las langostas dejaron los sembrados y fueron a posarse en los huizaches, cerca de donde la música sonaba, para oírla.

Me habría gustado conocer al cura de la parroquia de San Jacinto Amilpas, en Oaxaca. Sabía que la música tiene misterios que ni los mismos músicos conocen.

¡Hasta mañana!...

manganitas

por afa

“...Escaseará la cerveza...”.

Un sujeto protestó

por la escasez que se fragua.

Exclamó: “¡Que falte el agua,

pero la cerveza no!”.

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