Veracruz - Boca del Río | 2023-05-25
Era martes 27 de octubre del 2013, Alberto Silva Ramos caminaba entre el lodo de la colonia Agustín Acosta Lagunes de la ciudad de Veracruz. Evitaba a toda costa mojar sus botas en las partes bajas que se mantenían inundadas por el paso de la tormenta tropical Fernand, que había dejado bajo el agua varias colonias de la zona conurbada 24 horas antes.
En entonces titular de la Sedesol, conocido en el bestiario político como “El Cisne”, lo primero que hizo al bajar de su Suburban blanca fue enfilarse a una multitud de reporteros para atender la entrevista, posar junto a la entonces alcaldesa Carolina Gudiño Corro –que lo acompañaba más por requisito que por convicción-, para después caminar por algunas casas.
A las familias que paleaban el lodo o tenían todavía el agua en sus casas les repartió cobertores, colchonetas, láminas de zinc y zapatos. Poco menos de una hora de recorrido, antes de regresar a su vehículo y retirarse, con la promesa diluida de enviar más ayuda.
Silva Ramos había dejado con licencia la alcaldía en Tuxpan para incorporarse al gabinete como uno de los hombres de confianza de Javier Duarte, y estuvo a su lado casi hasta su declive, cuando silenciosamente se fue desmarcando del exgobernador, quien en corto se refería a él como un amigo.
En ese momento, Beto Silva era secretario de Desarrollo Social del gobierno de Javier Duarte de Ochoa y desde esa posición su imagen era promovida como un posible sucesor del priista, que para entonces disfrutaba la plenitud del “pinche poder” y en sus adentros rezaba el mantra del “merezco abundancia”. Por la cabeza no le cruzaba que ocuparía una celda en el reclusorio Norte de la Ciudad de México y que, como “El Cisne”, sus colaboradores más fieles y cercanos lo renegarían.
Con Duarte, Silva ocupó después la titularidad de la Coordinación de Comunicación Social (CCS) que dejaba vacante Gina Domínguez. En esa posición no solo se mantuvo cercano al número uno del Ejecutivo, sino que tuvo la oportunidad del manejo mediático de su imagen y la del gobierno.
En el plano mediático, en la administración duartista la vocería del gobierno y la Sedesol, ambas ocupadas por Silva, fueron clave durante los poco más de cinco años que el priista estuvo al frente de Veracruz. No solo eso, desde esas dos dependencias se desprendieron diversas operaciones financieras con empresas fantasmas, que más tarde fueron la causa de la sentencia en contra de Javier Duarte por lavado de dinero y asociación delictuosa.
El nombre de Alberto Silva fue mencionado como participe de estas operaciones por el Tesorero del exgobernador Tarek Abdalá en su declaración como testigo protegido de la Fiscalía General de la República (FGR). De acuerdo con lo señalado por el también exdiputado federal, el exalcalde tuxpeño conocía las operaciones y hasta daba el visto bueno a los contratos que se hacían en favor de empresas fantasmas.
Como muchos duartistas, “El Cisne” libró hasta ahora cualquier proceso penal; sin embargo, su pasado inmediato está ahí y no puede borrarse de un plumazo, por eso sorprende que el senador Manuel Velasco Coello, uno de los que añora llegar a la presidencia de la República, haya afirmado que Beto Silva “tiene más futuro que pasado”, cuando lo destapó como candidato a la gubernatura de Veracruz por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Mala puntada la del exgobernador de Chiapas al escoger sus palabras. Del pasado del “Cisne” se puede decir mucho, de su presente también, de su futuro todavía no.
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