Veracruz | 2022-01-27 | Raymundo Jiménez
En “Los Presidentes”, uno de los tantos libros que escribió, relata el extinto periodista Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso, que contra su voluntad aceptó ir a mediados de 1977 a una comida en casa de su compadre Ángel Trinidad Ferreira –otro gran reportero, con sangre veracruzana, fallecido en octubre pasado a los 90 años de edad–, donde el invitado especial era el entonces temido jefe de la policía de la Ciudad de México, Arturo Durazo Moreno.
Al calor de los whiskies, el desaparecido padre de Julio Scherer Ibarra, exconsejero jurídico del presidente López Obrador, narra que le dijo al corrupto jefe policiaco capitalino: “Mire, general, para acabar pronto. Imaginemos que son las dos de la madrugada en una colonia desierta de la ciudad. Para llegar a mi casa debo avanzar de frente y sólo tengo dos posibilidades: la acera de la izquierda y la acera de la derecha. A la distancia vislumbro a un policía uniformado en la acera de la izquierda y en la acera de la derecha a un sujeto con pinta de hampón. Camino por la acera de la derecha, que me ofrece alguna posibilidad de error”.
La anécdota viene a colación porque ayer el alcalde xalapeño Ricardo Ahued afirmó que en su gobierno “no toleraremos ningún exceso ni abuso del personal de seguridad” e informó que se hará una evaluación sobre la capacitación y los exámenes de control y confianza que deben tener todos los elementos de la Dirección de Seguridad y Tránsito Municipal para que funcione de forma correcta y apegada a la ley.
Y es que en Xalapa los capitalinos y ciudadanos de municipios circunvecinos ya están hartos de la llamada “delincuencia uniformada” integrada por policías y agentes viales que, en complicidad con los concesionarios de grúas, son detenidos y despojados de sus vehículos, los cuales son trasladados a corralones particulares, en donde para recuperarlos deben pagar miles de pesos, mientras que paradójicamente a la Oficina de Hacienda del Estado solamente corresponde el cobro de una multa mínima. Y si alguien se les pone al brinco, de inmediato los arrestan por el delito de moda de “ultrajes a la autoridad” y terminan en el antiguo Cuartel de San José o en el reclusorio regional de Pacho Viejo.
En la pasada campaña electoral, el exdiputado local y federal del PRD, Uriel Flores Aguayo, quien contendió como candidato del partido Podemos a la alcaldía, proponía casualmente que Xalapa necesitaba un alcalde que verdaderamente hiciera valer la autonomía municipal para defender a sus habitantes de los abusos de policías y agentes de tránsito controlados desde el gobierno estatal.
Ahued parece estar decidido a hacerlo, pues se supone que no dejó su cómodo escaño en el Senado de la República sólo para venir a simular que gobierna y dejar que todo continúe igual o peor que con su antecesor Hipólito Rodríguez. Son del mismo partido, pero el experimentado empresario debe demostrar que no es igual que el inepto académico. Tampoco querrá salir con el mismo repudio ciudadano.