Adán: ahora o nunca

Al pie de la letra

Veracruz | 2023-01-19

El último secretario de Gobernación que llegó a la Presidencia de la República fue Luis Echeverría, en diciembre de 1970. Después de él gobernaron José López Portillo, exsecretario de Hacienda (1976-1982); Miguel de la Madrid, exsecretario de Programación y Presupuesto (1982-1988); Carlos Salinas, extitular también de la SSP (1988-1994); Ernesto Zedillo, exsecretario de Educación Pública (1994-2000); Vicente Fox, exgobernador panista de Guanajuato (2000-2006); Felipe Calderón, exsecretario foxista de Energía (2006-2012); Enrique Peña Nieto, exgobernador priista del Estado de México (2012-2018), y ahora Andrés Manuel López Obrador, exjefe de Gobierno de la capital del país.

Recién iniciado 1993, el año previo de la siguiente sucesión presidencial, el veracruzano Fernando Gutiérrez Barrios, entonces titular de la SEGOB, fue entrevistado en la terminal aérea del puerto jarocho, y a pregunta expresa de los reporteros, externó abiertamente su aspiración de buscar la candidatura del PRI. Después de esa declaración, fue destituido del cargo el 4 de enero por el presidente Salinas.

Pese a su lealtad e institucionalidad a toda prueba, y de su apoyo a Salinas no sólo con la presencia de su amigo, el líder cubano Fidel Castro, para legitimar políticamente la toma de posesión del mandatario priista luego de la polémica elección presidencial de 1988 sino para sacar también en el Congreso de la Unión sus reformas constitucionales acordadas con la izquierda neocardenista, el PAN y la cúpula de la Iglesia católica de México –desde la creación del IFE, primer órgano electoral autónomo, hasta las reformas a los artículos 27 y 130 de la Carta Magna–, tras haber arrasado el PRI en las elecciones federales de 1991, Gutiérrez Barrios fue indignamente defenestrado por manifestar sus aspiraciones presidenciales.

Y es que aunque Salinas lo había elogiado en su campaña llamándolo “Hombre leyenda”, lo cierto es que el exgobernador de Veracruz no era de su círculo íntimo de poder ni le representaba continuidad transexenal a su proyecto político neoliberal. Por eso, en 1994 postuló inicialmente a su amigo fraterno Luis Donaldo Colosio, exsecretario de Desarrollo Social, y ante su magnicidio dejó pasar a Zedillo, extitular de la SPP y la SEP, incondicional de Joseph Marie Córdoba Montoya, un economista de origen francés que ejerció inmenso poder desde la Oficina de la Presidencia durante el salinato.

Ahora, casi 30 años después, son otros tiempos y otras circunstancias políticas, por supuesto.

El presidente López Obrador ha dejado atrás el “tapadismo” que durante más de siete décadas practicó el PRI, su expartido, e incluso adelantó desde el año pasado el proceso sucesorio al destapar a sus tres “corcholatas” preferidas, entre las que figura obviamente el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, su “hermano” y paisano.

Según las encuestas, el tabasqueño sigue abajo en las preferencias frente a la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y del canciller Marcelo Ebrard.

Pero, en 2018, AMLO le dio “encuestazo” a Ricardo Monreal, el mejor posicionado para gobernar la capital del país, y ahora le acaba de recetar lo mismo en Coahuila al exsubsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía.

Para Adán… ¡es ahora o nunca!

.
.