Veracruz | 2022-12-10
En esta semana que termina hemos visto acontecimientos cuyos orígenes y consecuencias futuras nos deben llevar a la reflexión.
El pasado martes MORENA y sus aliados no pudieron conseguir la mayoría calificada requerida para modificar la Constitución lograr el control total del INE. Por eso impulsaron al vapor una modificación de las leyes secundarias, en un intento desesperado de asfixiarlo económicamente y ponerlo contra la pared.
El organismo independiente denominado INE, tan cuestionado por el partido mayoritario cuando así le conviene, es señalado de actuar de manera parcial y sesgada. Pero considero que las acusaciones son improcedentes, porque dicha institución es la misma que le reconoció el triunfo al actual presidente, a los 22 gobernadores, a cientos de alcaldes, legisladores y miles de regidores postulados por ese instituto político.
Hay que aclarar que gracias al trabajo del INE, los procesos electorales en México se han transparentado, se cuenta con un padrón confiable de ciudadanos con credencial de elector que incluye fotografía, lo que junto con otros controles e instrumentos jurídicos disminuyen la posibilidad de que alguien se pase de vivo y cometa fraudes electorales.
El INE es una institución que goza de amplia confianza ciudadana. Inclusive supera en aprobación al propio presidente.
Hay instituciones como esta que se han creado a través de muchos años de diálogo, mesas de trabajo, consensos y negociaciones entre las fuerzas políticas. No se pueden suprimir de tajo por simple ocurrencia, ni cambiarlas por organismos hechos a modo de quienes mandan.
El verdadero problema consiste en que un organismo independiente se convierte en un obstáculo para quienes pretendan violar la Ley Electoral tratando de conservar el poder o imponiendo candidatos impresentables o también gastando fortunas de origen ilegal en las campañas.
Si algún partido comete delitos, pueden cancelarles el registro, las candidaturas o imponerles fuertes sanciones económicas.
Por esa misma razón los morenistas y sus aliados han propuesto por la vía de fast track un llamado plan B, que fue aprobado por mayoría simple en la Cámara de Diputados. Dada la premura con que se elaboraron las 307 páginas de que consta el documento, los legisladores afines a la llamada 4ª Transformación lo aprobaron sin siquiera leerlo primero y mucho menos entender su contenido.
Simplemente siguieron la línea impuesta desde arriba. El asunto terminará muy probablemente en la Suprema Corte, porque cuando las cosas se hacen a la carrera, contienen errores graves que dan pie a controversias.
Por esa razón, más incertidumbre y más conflictos políticos nos esperan para el 2023, cuando todos los mexicanos deberíamos estar ocupados trabajando e invirtiendo para sacar al país adelante.
Otra decisión cargada de demagogia es el aumento del 20% al salario mínimo. También el haber duplicado los días de vacaciones anuales para los trabajadores de reciente ingreso; cuando la economía del país está estancada.
Todavía no recuperamos el nivel económico que teníamos en el 2018 y el número de pobres sigue aumentando, como producto de las políticas equivocadas que se han implementado, como para elevar más los costos de lo que aquí se produce. Esas soluciones ya se aplicaron en el pasado, generando desempleo e inflación desbordada. Por eso en enero de 2023, seguramente todo va a subir de precio otra vez, pulverizando el nuevo incremento salarial.
Reiteramos que aumentar salarios sin mejorar la productividad, sólo provoca inflación y genera votos de quienes aparentemente ganarán más, pero siguen sin entender que cada vez les alcanzará menos para comprar lo indispensable.
El último punto a tratar es la detención y el encarcelamiento del presidente del Perú, acusado de corrupción y de intentar dar un golpe de estado, suprimiendo al Congreso, imponiendo un estado de excepción, suprimiendo las garantías individuales, aplicando un toque de queda y pretendiendo gobernar a base de decretazos.
Afortunadamente el sistema de equilibrios que debe haber en cualquier democracia funcionó en el Perú y lo detuvieron, antes de que su actuación hubiera provocado más problemas.
En el caso del presidente peruano se cumplió el dicho de que: “A cada capillita le llega su fiestecita”. Esta es una llamada de atención oportuna para todos los gobernantes que creen que su palabra es la Ley, como en la famosa canción de José Alfredo Jiménez y por lo tanto hacen y deshacen a contentillo, según su voluntad y estado de ánimo.
No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.