Veracruz | 2022-01-05 | Marco A. Medina
El año que ya se fue deja un saldo favorable para el proceso de transformaciones que estamos viviendo en México y Veracruz. La contienda electoral de medio sexenio favoreció sin duda a la 4T, logrando ya a estas fechas tener una mayoría de gobiernos estatales afines al proyecto del presidente y un Congreso federal con los votos suficientes para aprobar los presupuestos vitales para avanzar en los programas que se requieren.
Las últimas batallas llevadas a cabo en diciembre también fueron positivas. El renuente INE tendrá que llevar a cabo la consulta sobre revocación de mandato y la oposición tendrá que arriar parte de sus banderas para llegar a arreglos con el gobierno con motivo de la reforma eléctrica.
En Veracruz los logros son verdaderamente encomiables. 2021 fue un gran año en donde la nave no solo se vio definitivamente enderezada sino ya indiscutiblemente enrutada en todos los ámbitos del quehacer gubernativo. Particularmente es de destacarse que se exhibió el amasijo de intereses políticos y particulares de diversos personajes. El caso de José Manuel “N”, de resonancia nacional, fue magistralmente manejado por el gobernador Cuitláhuac García, haciendo una clara distinción entre las funciones que corresponden a cada institución, la gubernamental, la procuración de justicia y la jurisdiccional, respondiendo con cordura, firmeza y claridad a los embates que se dieron desde el Senado por dos legisladores muy allegados al secretario técnico de la JUCOPO.
2022 será un año político donde se buscará sin duda profundizar la transformación iniciada en 2018.
La agenda nacional seguirá siendo la del presidente, la de la 4T, muy a pesar de la oposición y los juegos internos de algunos. En Veracruz, la agenda de la Cuarta Transformación seguirá en el mismo rumbo, favorecida por los éxitos del Ing. Cuitláhuac García al frente del gobierno.
En el partido gobernante ya se avizora una lucha interna que, contra toda apariencia, fue comenzada por quien ahora opina que hay una sucesión adelantada. El alineamiento que se hizo a favor de candidatos contrarios a MORENA y los acuerdos estratégicos con partidos de oposición, muestra de lo cual es el mismo caso José Manuel “N”, son una pequeña prueba de acciones adelantadas que quisieran hoy olvidarse.
De igual forma, contra toda apariencia, la unidad a la que se alude fue trastocada precisamente por quien hoy opina que “cada día que pasa, la evidencia de los desencuentros internos, lejos de disminuir, aumenta…”.
Todo proceso de transformaciones, ya lo hemos comentado en esta columna, tiene acciones y reacciones, avances y resistencias al cambio. No es llamando a una falsa unidad que se podrá avanzar.
En México y en el mundo, los cambios a fondo, de raíz, trastocan los privilegios y provocan enconos que no es posible evitar. La polaridad que muchos afirman es obra de los señalamientos del presidente es producto del mismo proceso de transformaciones. En la medida que un cambio es auténtico y profundo, el rechazo de los privilegiados del antiguo régimen crece y trata de acuerpar en torno a sí la solidaridad del resto de la sociedad; su estrategia es precisamente la polarización social. Esto es lo que no ven quienes desde el interior de MORENA piensan que hay que atemperar los ánimos, que hay que transigir con los sectores golpeados por los cambios, que hay que moderar el discurso para evitar la polaridad de la sociedad.
Quien piensa que los procesos de transformaciones hubieran llegado a mejor término sólo por la actuación atemperada de sus líderes olvidan que los procesos históricos tienen leyes más allá de lo que desean o quisieran los actores de esas transformaciones. Ubicarse en las leyes de esos procesos es lo que marca la diferencia del papel de cada quien en los sucesos históricos. Esto a propósito de reflexiones recientes que continuarán en los próximos días.
marco.a.medinaperez@gmail.com