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Jesús, ejemplo de Supervivencia

Boca del Río | 2020-11-25 |
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Jesús, ejemplo de Supervivencia
Fotos: Cristian Pulido
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Jesús Venegas Munguía es un carpintero de 67 años, antes de las pandemia tenía mucho trabajo en su taller, pero a finales de marzo cuando se declara la cuarentena, al igual que muchos, su vida dio un giro de 360 grados.

Tuvo que cerrar su taller de carpintería y la afluencia de trabajo bajó a nulos niveles, esto lo obligó a vender todas sus herramientas de carpintería quedando en ceros. Pero también lo orilló a cambiar de actividad laboral.

“Lo que tuve que hacer es salir a la calle en la bicicleta con mi anuncio de puro tejer sillones, barnizarlos si quieren”, comenta el hombre de canas mientras termina de guardar su herramienta luego de la faena al lado de un reconocido café del puerto.

Esta nueva actividad la llevó a cabo desde inicios de abril, lo cual le permitió subsistir durante la cuarentena, pues su anuncio que porta en su bicicleta donde trae los teléfonos le sirvió mucho. Además de que recogió botellas, cartón para vender en recicladoras, lo que lo ayudaba en días que no había trabajo.

Bicentenario

Don Jesús salió a las calles con cubrebocas, trae su gel y se cuida mucho por su edad, él conocía a un tejedor que le trabajaba a un café ubicado en la avenida Ruiz Cortínes, pero aquel amigo, murió por Covid hace meses; como legado, le dejó esa “plaza” a don Jesús, fue así como el sextagenario llegó para quedarse con ese eventual trabajo.

“Aquí salen sillas seguido y hay bastante, no vengo todos los días porque a veces me cae chamba allá por la casa, porque también tengo dos anuncios grandes donde dice que se teje, se barniza, se tapiza. Yo vivo hasta la Pocitos y Rivera”. Es cada que no tiene trabajo por su casa que visita el café para ganarse la vida.

En promedio, Venegas Munguía teje ahí 5 sillas por visita a $80 cada una porque son bastantes y es trabajo constante, pero normalmente cobra entre $150 y $120 pesos. A pesar de la rebaja, el café no le regala ni un chocolate, “lo importante es que me sigan dando chamba” dice con toda razón el veterano.

Cuando acude al café, come ahí pues se lleva su lunch, de ahí se va en bicicleta a la Pocitos y Rivera atravesando calles de mucha afluencia vehicular y cafres por doquier. Con la apertura de varios lugares después de la cuarentena, la demanda ha subido un poco, apunta el alto tejedor.

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