Muchas veces la ansiedad hace que nos refugiemos en la comida. De momento, nos vemos comiendo pan dulce, nieves, galletitas, etc. como si esto fuera a ayudarnos a superar esa situación que nos preocupa. Cuando comemos por impulso y por ansiedad, nos sentimos mejor brevemente, pero luego el cansancio y la pesadez es peor porque nuestros niveles de insulina suben y bajan rápidamente.
Una buena forma de lidiar con esto, es tomar agua natural para ¨despistar¨ ese sentimiento que creemos que es hambre. También postergar conscientemente la botana y optar por llamar a alguien que queremos, ir a dar una vuelta, leer un libro o entretenernos de cualquier otra forma que no tenga que ver con la comida.
Observa bien tu comportamiento y aprende a identificar si estás comiendo por ansiedad. Poco a poco irás entendiendo las señales de tu cuerpo y aprenderás a lidiar con ellas de una forma inteligente y saludable.
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