El caminante blanco

Caminata del Renacimiento Mexicano

Ciudad de México | 2021-06-26 | César Daniel González Madruga- Martha Adriana Morales Ortiz-Dorian Antuna

Uno de los más asiduos caminantes fue Héctor Sansón Escobedo, un hombre con gran espíritu y con gran corazón. El sentía que en cada caminar se conectaba más con la Madre Naturaleza, lo llenaba de fuerza y energía.  Portaba con honor y orgullo ya sea el estandarte de la Guadalupana o la bandera de México, incluso muchas veces pedía ser el portador del fuego, era bastante curioso que pidiera eso justo cuando se sentía desfallecer, se negaba a rendirse, y la forma de rebelarse era convirtiéndose uno con el abuelo fuego, mientras caminaba ponía peculiar atención a las llamaradas del fuego, ofrendaba copal con gran cariño y caminaba honrándolo, hablándole y sonriéndole. Todos se contagiaban de su fortaleza y su entrega en cada caminar. Entre los caminantes le decían el “Renacido”, por la gran batalla que estaba librando, pues se le había diagnosticado insuficiencia renal, requiriendo  hemodiálisis cada tercer día en el hospital, y eso no lo detuvo, al contrario, sentía la necesidad de no dejar de caminar.

Todos sus demás amigos le llamábamos simplemente Sansón, su apellido se imponía a su nombre y su personalidad era tan fuerte, pero a la vez tan sensible.  Su vida no fue nada sencilla, creció en los barrios mas bravos del aquel Distrito Federal, haciendo honor a su apellido, era incansable, fuerte, valiente y muy temido. Aprendió a defenderse y ser muy vivo para que no se lo chamaquearan fácilmente, poco a poco su corazón fue cambiando así también cambió el ambiente donde había vivido, y mientras más cambiaba, más se encontraba consigo mismo, y justo ahí descubría que no era solamente fuerte, sino que también las debilidades formaban parte de él.  El estuvo desde la primera caminata y el camino lo enamoró, los rezos los elevaba con todo su corazón.

No tendremos las lágrimas suficientes para llorar su partida, pero sí las risas de su memoria que resuenan como un eco en nuestros corazones, Sansón amigo, buen camino, cada paso va por tí, guerrero de la ternura, ya volveremos a caminar juntos en las estrellas.

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