Desde la leña hasta el petróleo y de ahí al gas y hoy en día a las microondas, las mujeres del tradicional barrio de La Huaca, en el centro de la ciudad de Veracruz, no dejan de trabajar para completar el gasto familiar y para mantener vivas sus raíces entre las que se encuentran las de la negritud de la que se enorgullecen, afirma Lupita Morteo.
En el Festival de la Gorda y la Picada que se celebra por 3 días (viernes, sábado y domingo) en La Huaca, se muestra orgullosamente nacida en La Huaca y lo grita a voz en cuello, mientras sus manos trabajan imparables para preparar los comestibles y ponerlos a la venta en el festival y obtener unos pesos, que buena falta hacen en el barrio bravo.
En el Festival de la Gorda y la Picada, cuyo eje central es el callejón Toña la Negra, vuelven los recuerdos en forma cíclica, y Lupita viaja en el tiempo desde su niñez en que se guisaba en leña hasta después cuando las estufas de petróleo irrumpieron en las cocinas y cambiaron la forma de guisar.
Después apareció el gas doméstico para guisar, ya sin humo ni fogones que llenaran de tizne a las vías respiratorias y a los pulmones.
Y las mujeres de La Huaca se adaptaron y siguieron adelante.
Ahora, con el horno de microondas, las de La Huaca siguen en pie, enfrentando a empleados de Comercio del Ayuntamiento de Veracruz, que comanda Daniel Galindo Moreno, para evitar vejaciones y cobros de piso para ganarse la vida.
Pero Lupita Morteo nunca deja de sonreír, al igual que las mujeres de La Huaca en este Festival de la Gorda y la Picada.
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